lunes, 26 de diciembre de 2011

Y Chente se bajó de la bici

El primer escrito tras mi vuelta creo que no podría tener mejor destinatario. Un pequeño y humilde homenaje a un hombre grande, grande como persona y grande en el ciclismo que se retira en este 2011 a punto de finalizar. No ha levantado los brazos muchas veces en sus 17 años como profesional, pero la mayoría de las veces que los ha levantado ha sido para ganar algo grande. Su descomunal potencia para arrancar y mantener el ritmo en los terrenos rompepiernas, ese ataque clásico a la salida de un duro repecho cuando todos van con la lengua fuera y él aprovechaba para rematarlos e irse, sus últimos años como capitán en ruta del equipo, 1 etapa del Tour y 2 etapas de la Vuelta. Estamos hablando, como no, de José Vicente "Chente" García Acosta, uno de los corredores más respetados del pelotón español.

El único pero de la retirada de Chente es que no ha podido hacerlo desde la bici, debido a una fuerte caída que le obligó a abandonar en su 15ª Vuelta a España. Pero a sus 39 años, según sus propias palabras el tenía decidido que era el momento de cerrar esta etapa. Una etapa larga, que comenzó en el Banesto y se cierra en el Movistar Team siempre dentro de la misma estructura con distintos nombres. Una etapa que después de su primera victoria en la Vuelta a Navarra de 1996 (etapa y general) vivió su primer momento cumbre en el Alto del Naranco de Oviedo, en 1997 durante la Vuelta a España. Allí llegó Chente en una fuga y fue soltando a todos sus compañeros de escapada para imponerse en solitario en la cima asturiano por delante de Mariano Piccoli o Bruno Thibout. Aquella Vuelta la ganaría Alex Zulle por delante de Fernando Escartín. Llovíó mucho desde entonces. Son nombres de otra era. Personalmente guardo con cariño el recuerdo de ver ganar a Chente en el Naranco, en la que siendo bastante jóven, fue mi primera aproximación a ver una subida en persona.
Chente García Acosta en los últimos kilómetros de ascensión al Naranco en 1997
A la etapa de Chente aún le quedaban muchos kilómetros, y un punto caliente marcado. Año 2000, Tour de Francia, 14 de Julio, día siempre señalado por los franceses, etapa siempre propensa a los ataques. Se forma una fuga que enseguida se ve que se jugará la siempre prestigiosa victoria de etapa en la ronda gala y máxime en ese día tan señalado para los franceses. Después de varios escarceos y divisiones en la fuga, a 12km de meta Chente lanza su ataque definitivo y se va a por la victoria, 12km de contrarreloj que se saldan con la victoria del navarro en la meta de Draguignan por delante de los franceses Nicolas Jalabert y Pascal Hervé que tenían que rendirse ante la forzatela del navarro de Tafalla.

Su última gran victoria llegaría en la Vuelta 2002, imponiéndose en la llegada a Avila. Después, un par de victorias en Burgos y Castilla y León y sus últimas temporadas ejerciendo de hombre clave como capitán en ruta del equipo, apoyándo a sus líderes y guiándo a los jóvenes valores de la estructura de Eusebio Unzue y José Miguel Echavarri, su único equipo en esta larga etapa que llega a su fin con Chente levantando los brazos y ganándose el cariño y el respeto del mundo del ciclismo, porque Chente fue un gran corredor, un gran gregario, un gran guía en la carretera y además era esa clase de ciclista al que en las montañas francesas, en pleno Tour de Francia le adivinas subiendo en una grupeta y mientras surgen los gritos de ánimo hacia él, levanta la cabeza y devuelve una sonrisa o un gesto, cualquier cosa agradeciendo los ánimos y acordarse de un ciclista como él.

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